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El poder del pensamiento positivo


Hola amigos.  Muchas de las personas con las que he interactuado y me han conocido a través de los años saben que me he caracterizado por mantener siempre una actitud positiva, constructiva y sonreírle al mundo, con un pleno convencimiento de que la capacidad del ser humano puede enfrentar y superar cualquier barrera o desafío, si nos lo proponemos.  

Mucho insisto en los comportamientos productivos que generan motivación positiva tales como: Creatividad, Entusiasmo, Construir, Iniciativa, Positivismo, Confianza, Añadir Valor.  Sin embargo, cuando intervenimos en las empresas vemos comportamientos negativos tales como: Presiones, Temor, Represalias, Desgano, Negatividad, Conformismo, que encontramos con mucha frecuencia y curiosamente, se toleran.  Nadie conoce mejor a sus colaboradores que los líderes en las organizaciones y sin embargo, estos líderes detectan estos comportamientos negativos y sencillamente no toman acciones frente a los mismos. Esta actitud me lleva a cuestionar la capacidad de liderazgo en las empresas y qué tanto estamos invirtiendo para fortalecer las relaciones interpersonales y comportamientos gerenciales que se requieren para lograr éxito sostenido.

Recientemente tuve oportunidad de leer un estudio llevado a cabo en diferentes países sobre el poder económico del pensamiento positivo.  En este momento y de forma bastante generalizada, en Estados Unidos, Europa, Asia y Latinoamérica estamos enfrentando situaciones económicas complejas, problemas de corrupción, devaluaciones, precios bajos para los productos tipo commodity, niveles de desempleo en ascenso y en general, un fuerte pesimismo frente al futuro.  El 75% de los Norteamericanos dudan que el futuro de sus hijos va a ser mejor del que ellos tuvieron. Este número incrementó del 42% en Diciembre del 2001 a la cifra actual. Igualmente, los Europeos están fuertemente pesimistas ya que un estudio de Pew Research del año 2014 encontró que en 10 países Europeos, el 65% de las personas que respondieron dicen que sus hijos van a estar en peores condiciones que la generación actual.

A pesar de este pesimismo generalizado, los países en desarrollo han mejorado notablemente su calidad de vida y la clase media se ha incrementado de forma notable.  El Producto Interno Bruto de estos países emergentes se ha mantenido a un nivel de 4% o más desde el 2008 hasta el 2014, la innovación se ha multiplicado de forma notable, han habido importantes mejoras en el campo médico y la tecnología ha provocado grandes avances en innumerables empresas. En China, el 86% de los encuestados piensan que sus hijos están disfrutando y disfrutarán mejores condiciones que sus padres.  En India y Nigeria este porcentaje llega al 60% y a través de 25 países emergentes, solamente el 25% tuvieron respuestas negativas y el 75% veían perspectivas positivas para las futuras generaciones. Al igual que el mundo occidental está excesivamente pesimista pudiera ser que el mundo en desarrollo está excesivamente optimista. Lo que está claro es que el optimismo produce actitudes positivas, constructivas y creativas que impactan de forma tangible el continuo desarrollo económico de los países.  

Innumerables estudios demuestran que las personas optimistas y positivas trabajan más duro, tienen mayor éxito tanto en los negocios como en los deportes y logran mejor calidad de vida.  El efecto de este optimismo impacta las decisiones de negocios y aquellos empresarios que demuestran mayor confianza y positivismo son los que reflejan los mejores resultados y cuyas compañías tienen mayores valoraciones en los mercados financieros.  Las personas positivas tienen mejores niveles de ingreso y son más saludables.  

La Universidad de Siena también ha determinado durante los últimos 15 años que la felicidad y el optimismo van de la mano y representan una fuerza que mueve las economías a mejores desempeños, estimulan el riesgo, la experimentación y el esfuerzo, lo que indudablemente resulta en mejor calidad de vida para las personas.  

Es indudable que el optimismo nos puede llevar a subestimar qué tan difícil puede ser el logro de las metas y superar los desafíos que enfrentamos.  Sin embargo, recuerdo las palabras de mi padre que siempre me animaban cuando me decía “no te preocupes hijo que mañana todo estará bien”. Pienso que es mejor enfrentar este mundo con positivismo y optimismo, pues de esta forma el viaje es más placentero.  Analicen su comportamiento y por favor, sean optimistas y positivos. Gracias y hasta la próxima.

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